Semblanza “Doctor Fernando Bustamante Riofrío”

Editorial: Hospital Metropolitano

ISSN (impreso) 1390-2989 - ISSN (electrónico)2737-6303

Edición: Vol. 29 Nº 2 (2021) Abril - Junio

DOI: https://doi.org/10.47464/MetroCiencia/vol29/2/2021/51-52

URL: https://revistametrociencia.com.ec/index.php/revista/article/view/175

Pág: 51-52


Dr. Fernando Bustamante Riofrío

Fernando Bustamante Riofrío, el Doctor, imposible referirse a él sin conectarlo con el desarrollo de la Medicina Interna en el Ecuador; pionero e incansable caminante de este sendero que incluyó a cientos de alumnos y colegas.

Hoy me permito referirme en forma somera a ciertos datos sobresalientes de su vida. Se graduó como el mejor egresado en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador en el año 1960. Trabajó temporalmente en SOLCA hasta que, en goce de una beca de la American Cancer Society, viaja a los Estados Unidos. Su paso por el Sloan Kettering en Nueva York, y luego por el MD Anderson en Houston, le permitirían a la postre realizar los primeros tratamientos de quimioterapia en el país. De igual manera, su hermano, el Dr. René Bustamante, eminente médico, sería el pionero del ecosonograma en el Ecuador.

El Hospital Eugenio Espejo sería por más de 20 años su casa. Allí, en condiciones muchas veces paupérrimas, contribuyó al nuevo diagnóstico de entidades nosológicas hasta entonces desconocidas en nuestro medio, fomentando la publicación de estos y otros hallazgos en revistas de Medicina Interna de alcance internacional. Jefe del Departamento de Medicina Interna, compartimos salas y experiencias en la década de los 70; luego toma el cargo de director del mismo hospital, siempre empujado por el anhelo de mejorar las condiciones de atención de nuestros vulnerables pacientes. Al cabo del tiempo, al preguntarle -quizá con algo de imprudencia- ¿cuál había sido su hospital favorito y el que tocaría con más potencia su vocación médica?, me respondió que, sin duda, fue el Hospital Eugenio Espejo, en donde recibió la mejor de las recompensas: la gratitud de quienes solo tienen consigo la sonrisa y el apretón de manos más sentido. Fueron también favorecidos de su paso los hospitales Vozandes y Carlos Andrade Marín de la ciudad de Quito.

Siempre amante de la docencia, varias generaciones de médicos lo acompañaron en su paso como profesor de la que fuera su alma máter, la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador. Miembro de las Sociedades Ecuatorianas de Gastroenterología y Medicina Interna, culmina su contribución al impulso y formación de estas áreas médicas en la Academia de Medicina. Su ferviente deseo de que las condiciones de salud del país mejoren determina que acepte el cargo de Ministro de Salud, en el que se desempeñó por pocos meses. Hablando de nuestro Hospital Metropolitano, fue director de Enseñanza, miembro del Directorio y presidente de varios comités.

Pero más que enumerar en forma incompleta parte de su hoja de vida, debo señalar sus cualidades profesionales y personales. Fue notable su férrea disciplina en la lectura de los últimos avances médicos, y su deseo de compartir desinteresadamente con alumnos y colegas en el afán de crear consensos y opiniones que beneficien a nuestros pacientes. El encuadre siempre en conceptos semiológicos y fisiopatológicos, era su herramienta preferida para lograr diagnósticos en las sesiones académicas, a las que asistía puntual y regularmente.

El pasar de los años trajo consigo su decepción de la práctica médica, pues la avalancha tecnológica desplaza paulatina e irrevocablemente a la práctica clínica; el escrito guardado en la historia clínica pierde valor y sentido, mientras la sutileza y prolijidad del examen físico se ve aplastado por imágenes y datos de laboratorio como muestras más ágiles de la alteración biológica subyacente.

De andar pausado y parca expresión, siempre preciso en el humor inteligente y fino que celebramos tantas veces en el pasillo del hospital. Es a los hombres íntegros, que han sido brillantes profesionales y notables caballeros, a quien es justo y mandatorio desear por siempre, paz en su tumba.


Dr. Fernando Moscoso Serrano
https://orcid.org/0000-0002-1471-8481
Servicio de Medicina Interna
Hospital Metropolitano
Quito-Ecuador