Editorial
Artificial intelligence in clinical research and writing of scientific articles
*Ver también p. 35-42
*DOI: 10.47464/MetroCiencia/vol32/3/2024/35-42
Usted es libre de: |
Publicado: 15-09-2024
DOI:10.47464/MetroCiencia/vol32/3/2024/3-4
*Correspondencia: drsantiagocampos@gmail.com
En 1991, durante mi primer año de residencia, inicié el uso de un computador personal para la escritura de algunos documentos, entre ellos una revisión narrativa sobre talla baja, que se publicó en el Boletín de la Escuela de Medicina de la universidad en donde me formé1, y la presentación de un caso clínico de quilotórax, publicado en una revista chilena llamada “Pediatría al Día”2. Para entonces, el acceso al internet no era fácil, la conexión era física, mediante un cable, y la información debía cargarse en el computador mayormente mediante diskettes. En todo caso, el computador era muy útil, como lo sigue siendo hoy, para el desarrollo del texto, análisis de datos y preparación de tablas y figuras. La posterior adición de correctores de gramática y ortografía, hojas de cálculo, diseño de presentaciones y programas básicos de estadística, incrementó la inteligencia de los investigadores y ahora son herramientas de uso rutinario potenciadas con la conexión rápida e inalámbrica a internet.
En 2010 aparece la inteligencia artificial (IA), definida como “la teoría y el desarrollo de sistemas computacionales que realizan tareas que normalmente requieren de la inteligencia humana, tales como razonamiento, resolución de problemas, toma de decisiones, traducción de lenguajes y cálculos matemáticos”3. Es verdad que, en el campo de la investigación clínica, el uso de la IA puede ser una herramienta útil, si se la utiliza bien, se reporta el proceso claramente en la sección de metodología de los manuscritos y se guardan ciertos principios de uso racional y ético de la misma4.;
Si bien la IA es una creación humana, no es una herramienta independiente o suficientemente sensitiva, por lo que no puede ser responsable de su producto; solamente el investigador (o autor) que la usa es el responsable. Los autores son siempre responsables de reportar el uso de IA a los coautores, editores, revisores y lectores, no solamente cuando la usan durante el desarrollo del marco teórico de su investigación, sino también para la preparación del manuscrito; el autor principal y los coautores comparten la responsabilidad por el contenido y relevancia del documento. Como mínimo, el reporte del uso de la IA debe aparecer en la sección de Metodología del manuscrito y contener4:
Ejemplo: “Dr. Smith submitted the text to the Generative Pretrained Transformer version 4.0 (GPT-4.0) to analyze the spelling, grammar, syntax and usage of the prose and to propose edits that conform to standard scientific English”4.
Ciertas herramientas de IA, de hecho, están recomendadas como correctores de gramática y ortografía (incluidos en Microsoft Word®), editores de estilo para mejorar la redacción científica (para inglés, Grammarly®), buscadores de referencias bibliográficas relevantes (Google Scholar, PubMed), organizadores de referencias (EndNote®) o comprobación de plagio (iThenticate®). El uso de estas herramientas también debería ser reportado.
Por otra parte, el uso de la IA pudiera comprometer el pensamiento crítico y la destreza científica que se exige a los autores, dado que el contenido de la IA no necesariamente es preciso, defecto llamado “alucinación por IA”4. En consecuencia, NO se recomienda el uso de IA en la creación del reporte o manuscrito, lo que incluye su redacción, la creación de tablas, figuras, lista de referencia, carta de presentación o materiales anexos. El uso de IA en estos procesos puede violar la integridad profesional y se considera mala conducta científica5; además, esta conducta es factible de identificar pues, a partir de la introducción de ChatGPT, por ejemplo, el uso de ciertos verbos y adverbios, que antes no se usaban, ahora son muy frecuentemente utilizados por herramientas de IA y fácilmente reconocibles6.
Los revisores y editores, por su parte, no pueden someter manuscritos al “análisis” de la IA (por ejemplo, para los miembros del Comité Editorial de las revistas de Society of Critical Care Medicine está totalmente prohibido). Los editores tienen la responsabilidad de comprobar, al menos, el riesgo de plagio o uso fraudulento de IA, la verificación de las referencias y el potencial uso no reportado de IA6.
Por lo anterior, Metro Ciencia se adhiere a la tendencia internacional de instituciones académicas y publicaciones científicas en aras del respeto a principios académicos y ética científica. Solicitamos comedidamente a los autores cumplan con las recomendaciones expuestas en este editorial.
Cómo citar: Santiago Campos-Miño. ¿La enseñanza de la nutrición clínica en Ecuador es suficiente para enfrentar nuestra realidad? MetroCiencia [Internet]. 15 de junio del 2024; 32(2):3-7. Disponible en: https://doi.org/10.47464/MetroCiencia/vol32/3/2024/3-4
Santiago Campos-Miño
Editor en Jefe, MetroCiencia
Hospital Metropolitano
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0003-4686-7358